La actividad vulcanológica y sismológica en Costa Rica se registra desde tiempos pasados. Don Cleto Gonzáles Víquez en su libro temblores, terremotos, inundaciones y erupciones volcánicas en Costa Rica publicado en 1910, indica que el primer registro histórico de un temblor fue entre 1638 y 1640. Esto se dio en la Gobernación de Don Gregorio Sandoval; se dice de él que no solo construyó iglesias en los pueblos de indios, sino que también reparó la parroquial y la de San Francisco de Cartago, que estaban muy dañadas a causa de los temblores, y reedificó las casas del Cabildo.
Posterior a esto, el Observatorio Vulcanológico y Sismológico de Costa Rica (OVSICORI) (2017) hace un recuento de estas eventualidades, mencionando dos períodos esenciales para la sismología costarricense:
Período Instrumental (1904-1988): Esta lista es de todos aquellos sismos con magnitudes mayores a 6.0 en la escala de Richter. El umbral de magnitud escogido corresponde a aquellos sismos que se cree hayan producido algún daño en Costa Rica o sus alrededores.
Lista de temblores en Costa Rica, la puede observar AQUÍ.
Lo anterior, ratifica que la población costarricense siempre ha convivido con estos fenómenos. De acuerdo con la Comisión Nacional de Emergencias (CNE) (2006), los efectos más comunes que puede causar un sismo son:
Puede considerarse como el efecto de mayor impacto y con un alto costo social para la población. La mayoría se presentan debido a una deficiente práctica constructiva tanto en el diseño como en el proceso constructivo, especialmente por la calidad de los materiales utilizados. Así como también por los problemas derivados de la escogencia del sitio y que en algunos casos no son los mejores suelos para resistir los eventos sísmicos.
Además de los inconvenientes que generan durante la atención de los desastres, las destrucciones de las vías de comunicación terrestre (carreteras, líneas vitales y puentes) causan un impacto importante en la economía, al impedir el transporte eficiente de productos. Asimismo, el intercambio de bienes y servicios con la región afectada. Dado el alto costo de reparación de esta infraestructura, y la complejidad de este proceso se generan problemas que permanecen por años después producido el evento. Por ejemplo, la carretera interamericana sur, maltratada por el sismo en Pérez Zeledón (1983) y los caminos, carreteras y puentes afectados por el terremoto de Limón en 1991.
Por las características de algunos suelos de Costa Rica (arenosos, aluviales), esta clase de fenómenos se presentan con mucha frecuencia, causando problemas importantes a nivel de infraestructura, líneas vitales y a la actividad agrícola. Los daños más importantes han sido fracturas, asentamientos, licuefacción (cuando es sometido a fuerzas vibratorias suelos no consolidados o de poca cohesión, durante el esfuerzo vibratorio, pierde sus características momentáneamente, comportándose como un líquido o material blando). Ejemplo de ellos fueron los Valles de la Estrella y Río Banano, Matina y Sixaola, cuando se dio el terremoto de 1991 en Limón. Esto debido a que son suelos aluviales o con alto contenidos de limo y arena.
Por otro lado, la CNE (2006) menciona que la actividad volcánica al igual que la sísmica, es la manifestación de la liberación de energía acumulada en el interior del planeta. En Costa Rica, la actividad volcánica es el resultado de la fricción entre las placas Coco y Caribe (Figura 1), lo cual causa que las rocas de la corteza se fundan parcialmente.
Figura 1. Placa de Cocos y Caribe
Además, este material en estado de fusión magma, junto con los gases contenidos en ella, tiende a ascender hacia la superficie a través de grietas o zonas de debilidad, originando focos de emisión volcánica. En Costa Rica existen diez volcanes principales que han demostrado actividad actualmente.
Puedes observar el Mapa de volcanes AQUI.
Figura 2. Actividad sísmica y vulcanológica reciente en Costa Rica.
En años recientes se han dado una serie de estas eventualidades que han incrementado el temor entre la población costarricense sobre estas amenazas naturales, teniendo como consecuencia la pérdida de vidas humanas y daños materiales en muchas familias (Figura 2).
Por otro lado, las personas muchas veces no tienen información precisa para poder enfrentar estas amenazas. Por lo tanto, existen entes como el OVSICORI que se dedican a la investigación de los volcanes, los sismos y otros procesos tectónicos, con el propósito de encontrar aplicaciones útiles a la sociedad que ayuden a mitigar los efectos adversos de esos fenómenos al desarrollo económico y social (OVSICORI 2017).
Una forma de documentar las actividades sismológicas y vulcanológicas es por medio de los formularios desarrollados por el OVSICORI. En ellos se pide información básica como si las personas han sentido sismos o si han percibido caída de cenizas, entre otros detalles. Con esta herramienta, la población costarricense puede colaborar con la investigación de estos fenómenos y de esta manera, prevenir situaciones que pongan en riesgo a la sociedad.
Biota Consultores en Desarrollo Sustentable S.A, contribuye para que los diferentes proyectos a desarrollar, incluyan la gestión de riesgo como una de las variables más importantes, para enfrentar y minimizar los impactos de estos fenómenos naturales.
Por Ing. Ronald Sánchez Brenes y MSc. Juan Rojas Conejo